En el artículo «Técnicas de la comunicación política ante la era de la infoxicación y la interrupción del storytelling al storydoing» de Gonzalo Sarasqueta, el autor nos trata de dar un diágnostico sobre la cyber democracia. Un sistema de comunicación que se consolidó a raíz de la pandemia y que está caracterizado por cuatro fenómenos:
– La economía de la atención: en un contexto saturado de información, lo que escasea es la atención.
– La economía cognitiva: este concepto se viene trabajando desde 1990 y se basa en que cada vez más nos enfrentamos a un ciudadano vago en la búsqueda de información. Este solo espera que le llegue la información a través de la microsegmentación.
– La economía discursiva: en este caso por ejemplo el autor comenta que; hemos pasado de dar discursos que primero se medían en hojas, luego en palabras y ahora, en la época del cyber discurso, se mide en caracteres.
– La cultura hipervisual: en la que prima un ciudadano con atención efímera, con poco tiempo y mucha información a su disposición. A la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refirió como infoxicación..
A raíz de este planteamiento Gonzalo Sarasqueta narra en su artículo, como los grandes líderes empiezan dirigir sus discursos hacia el storydoing. Una técnica narrativa que a través de la visualización de acciones o experiencias, moviliza el sentido social e incrementa la credibilidad del líder político.
Algunos ejemplos sobre el uso del storydoing son el vídeo que realizó la primera ministra de Dinamarca cantando en su cocina. O el que hizo el gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, cuando llamó a los periodistas no para decirles cómo isoparse, sino para que vieran cómo se isopaba el mismo.
Además, el autor cuenta en su artículo cómo influye la plataforma en la que se publique el storydoing.
En el caso de James Breiner, otro de los autores que participó en esta jornada, con el artículo «La info-toxificación y la credibilidad del periodismo». En el que el autor habla sobre sobre cómo estamos inmersos en la propaganda, el sensacionalismo y las teorías conspirativas, que pueden afectar el buen periodismo.
James plantea una cuestión: ¿Qué deben hacer los periodistas frente a esto? el gran reto según él, gira en torno a que el mal periodismo genera más beneficios económicos en comparación con el buen periodismo. El periodismo de calidad, ese que su meta es el bien común, ya se sale del ecosistema de las redes sociales y esto trae graves consecuencias no sólo para la industria en sí, sino para la sociedad en general.
Por ejemplo; los discursos de odio contra minorías como lo sucedido en Myanmar o en Sri Lanka, que se hacen eco en las plataformas digitales. Parte del problema es que no existe alguna manera de combatir la infoxicación legalmente. Y por otro lado la responsabilidad que tienen ante esto las grandes plataformas como Google o Facebook, a la hora de difundir este tipo de contenido.
El autor plantea dos posibles soluciones ante esta problemática: la primera es el uso del Big Data y algoritmos, que puedan detectar qué es verdad y que no. Y la segunda es generar entre todos los medios una red de trabajo que atraviese fronteras y que les permita a los medios de comunicación, estar unidos para responder ante la info-toxificación.