1. Introducción
El impacto del Cristianismo no sólo produce efectos en el cristiano. Independientemente de nuestro sentido religioso es de rigor reconocer el papel del Cristianismo en el fun-damento de los derechos humanos, luego fundamentales; en la transformación de las relaciones entre los hombres por la introducción del principio fraternal de igualdad, en el sistema liberal y en la organización democrática. Este artículo pretende poner de mani-fiesto, no sólo el impacto del cristianismo en la sociedad, también los efectos positivos de la sana laicidad.
El Cristianismo introdujo también en la Historia occidental de manera absolutamente nueva una clara separación entre política y religión, afirmando la supremacía de lo espiritual respecto a lo temporal, relativizando el poder político; esto es, subordinando ese poder a criterios –superiores e independientes – de verdad moral, de Derecho natural, de justicia, y también de tipo escatológico (Rhonheimer, 2009: 15). Es precisamente la sepa-ración entre lo temporal y lo espiritual lo que supuso que el Cristianismo fuera condición de posibilidad para el desarrollo cultural de la política occidental laica; cultura inspirada, como pasaremos a analizar, en la civilización greco-romana transformada por el Cristianismo.
A pesar de lo expuesto, sorprende en la actualidad, la tensión en la relación Iglesia y Estado, cuando la Iglesia ha venido a reconocer los efectos positivos de la sana laicidad del Estado, no sólo esforzándose por encontrar sus raíces originales y afirmando la clara separación entre política y religión, sino también poniendo empeño en conciliar el reconocimiento del dualismo política-religión. Frente a otras culturas y religiones, la Iglesia católica confiere plena legitimidad al carácter laico del Estado y al proceso democrático, aun cuando pretenda ser fuente de inspiración de los principios que sustentan el Estado constitucional en la actualidad.
En pura teoría política, cualquier opción del Estado en relación con las religiones de los ciudadanos es posible, pero también que la opción del Estado no es neutra. La medida que el Estado establezca en el nivel de respeto a la libertad religiosa de los hombres y mujeres que integren la sociedad, mostrará el grado de respeto y libertad en un ámbito específico de enorme trascendencia para sus ciudadanos, y en consecuencia determinará también, los niveles de libertad de ese Estado