«Es muy difícil, por no decir imposible, que el título de un libro dé una idea cabal de su contenido y utilidad» (2006: 13). Con estas palabras comienza Desinformación. Métodos, aspectos y soluciones, el libro del profesor Gabriel Galdón López que viene a ser actualizado por el que ahora reseñamos. Entre la primera edición de aquella obra y esta han pasado 15 años y esta vez, creemos, el título da algunas buenas pistas sobre el contenido.
La mención del anterior trabajo de Galdón no es caprichosa. Con aquel libro se han formado varias promociones de periodistas en diversas universidades españolas. Porque el argumento de aquel libro, la denuncia de un «periodismo objetivista» y la propuesta de un «periodismo humanista» de acentos personalistas, sólo es posible sobre la base de una latente Teoría del Periodismo. Eso explica también por qué junto a la disertación principal del libro aparecen reflexiones bien engarzadas sobre la figura del periodista, la enseñanza del periodismo y la importancia de la documentación.
La estructura y finalidad de la nueva obra es similar a la anterior, renovada por las reflexiones del autor durante estos años, un aparato crítico actualizado que incorpora nuevas voces y un estilo menos académico, más contemporáneo y personal. Si antes los epígrafes se limitaban a anunciar los temas, ahora sugieren actitudes vitales y son inmediatamente valorativos. La obra se estructura en tres grandes partes que agrupan sendas formas de «mirar la realidad». Según Galdón, el periodismo es «una cuestión de miradas. De mirada de la inteligencia y de mirada del corazón» (p. 13). La apertura y grandeza del tipo de mirada analizado va in crescendo en cada una de estas partes.
La primera parte recoge «Las miradas miopes y oscuras», que vienen a ser cuatro:
- Una mirada «artificial e inhumana» provocada por el «positivismo» (p. 19) y las«falacias de la objetividad y neutralidad» (p. 30).
- Una mirada «desinformativa” provocada por la «superficialidad, parcialidad yartificiosidad informativas» (p. 49), que conlleva «la omisión de lo esencial» (p. 61)y la sacralización de la opinión” (p. 64).
- Una «mirada manipuladora» (p. 73), cuyas consecuencias son exploradas en eltexto.
- Finalmente, una «mirada correctora insuficiente» (p. 125) de las otras formas de periodismo que se han ensayado durante el siglo XX: periodismo interpretativo apoyado en la documentación histórica (el que más extensamente es comentado por Galdón); periodismo de investigación y de precisión; nuevo periodismo y algunas otras propuestas, poco más que enumeradas, como el public journalism (traducido aquí como periodismo cívico, ciudadano o comunitario), el periodismo de datos y el slow journalism. Para Galdón, todas estas miradas correctoras resultan insuficientes por «debilidad epistemológica y teleológica» (p. 140).
La segunda parte se anuncia como «la mirada luminosa» (p. 153). Galdón propone un abandono del objetivismo y un retorno a la sabiduría. Presenta algunas «fuentes luminosas de la verdad liberadora» (p. 157), «seis miradas éticas sobre el Periodismo y los periodistas» (p. 173), y algunos conceptos éticos de periodismo e información periodística (p. 188). Finalmente, justifica la naturaleza ética del periodismo, su orientación al bien personal y común (p. 194), la antropología que lo fundamenta (p. 197) y la virtud de la prudencia como «rectora de la actividad periodística» (p. 209).
En la tercera parte, Galdón nos habla de «verdad y amor en la mirada» (p. 221) como lo característico de la mirada sabia. Esta mirada proporciona sabiduría sobre la realidad, «según su jerarquía humana» (p. 223), donde aparece de nuevo la documentación como factor del saber periodístico. En segundo lugar, desde esta mirada se logra «saber compartir el saber» (p. 257), tarea que comienza compartiendo verdades significativas en el lenguaje apropiado. Galdón presenta ahora algunas «estructuras y modos comunicativos-discursivos apropiados» para la participación del saber: el periodismo narrativo, las narraciones testimoniales y «las columnas y artículos de… información» (p. 264-282). Finalmente y de nuevo, nos habla del valor de la documentación y la contextualización, aprovechando las nuevas tecnologías.
Esta última forma de verdad y amor en la mirada culmina con una apelación al quijotismo: «Periodistas, medios y aventuras quijotescas» (p. 291). Tras exponer «la mirada del periodista católico» (p. 292), Galdón propone un «decálogo de las pequeñas comunidades creativas informativas» (p. 305), de marcado carácter dialógico:
«Tanto la presentación y estructura del medio como su actividad informativa diaria procura esa adecuación comunicativa que tiene como entidad y finalidad constituir y mantener un diálogo verdadero, sincero, leal, efectivo y duradero con los lectores, atendiendo a la diversidad de sus necesidades informativas y de sus situaciones personales y culturales» (p. 309).
Según Galdón,
«la naturaleza dialógica de la comunicación vertebra, sobre todo, el lenguaje empleado, las estructuras narrativas, el énfasis puesto en la facilitación de documentación complementaria, la constitución de estructuras adecuadas de recepción y contestación de los mensajes enviados por los lectores y la voluntad eficaz de rectificación humilde y agradecida del medio cuando sea justo y necesario» (p. 309).
Esta tercera parte, y con ella el cuerpo del libro, culmina con unas breves páginas bajo el epígrafe «Unas grandes aventuras quijotescas» cuyas últimas palabras parecen dirigirse a una misteriosa asamblea:
«Al aventurarnos en realizar un Periodismo de matriz católica nos estamos aventurando no sólo en defensa de las libertades personales, familiares y sociales, sino también en defensa de la dignidad y la libertad de los hijos de Dios que Cristo nos ganó en la cruz» (p. 317).
Si la estructura de este libro recuerda al ya mencionado e incorpora parte de los contenidos de la otra gran especialidad de Galdón (la documentación periodística, disciplina en la que es pionero en España), conviene indicar que hay renovación en los contenidos, en diálogo con una bibliografía actualizada. Destaca la incorporación de varios textos de los últimos papas que reflexionan sobre el periodismo y los medios de comunicación, así como los trabajos de algunos de sus discípulos, como Ricardo Latorre (2018).
A lo largo de estas páginas comparecen muchos autores, con los que el autor dialoga, mostrándose inmensamente generoso. Llama la atención la variedad de sus interlocutores: teóricos y profesionales del periodismo; filósofos griegos, medievales, modernos y contemporáneos; escritores y poetas; y abundante magisterio de la Iglesia. Entre todos estos grupos de autores, es notable el esfuerzo por dar voz no sólo a las voces internacionales de mayor prestigio (especialmente en lengua inglesa y francesa), sino también al pensamiento español e hispanoamericano.
Estamos ante una obra de madurez, escrita por un profesor veterano y erudito, liberado de corsés académicos, que ya no tiene nada que demostrar y sí mucho que recordar y proponer. Galdón quiere hablar alto y claro, haciendo sonar su voz con mayor intensidad que nunca. Tal vez sea cierto que el título de un libro no puede dar una idea cabal de su contenido y utilidad, pero en esta ocasión marca claramente la finalidad del mismo: Galdón reivindica la imposibilidad de separar la Ética del buen periodismo, hasta el punto de que querer ser buen periodista es todo un programa de vida sabia (¡tal vez santa!). El subtítulo da cuenta del tono políticamente incorrecto con el que Galdón pretende sacudir al Periodismo de sus hábitos más consolidados desde hace ya más de un siglo.
Bibliografía
GALDÓN LÓPEZ, Gabriel (2006). Desinformación. Métodos, aspectos y soluciones (4a ed.) Pamplona: Eunsa.
LATORRE, Ricardo (2018). El cobalto de la comunicación (1a ed.) Madrid: Ciudad Nueva.