Resumen
En el presente trabajo se abordan los temas de la mediología y las redes sociales digitales. Se analizan las categorías de icono digital, de lo virtual, de la interacción en las redes sociales digitales, con el apoyo de la hermenéutica analógica, la deconstrucción, la ética y la sociología desde el enfoque de un realismo crítico. Analizo el tipo de interacción que acontece en las redes sociales digitales y sus efectos en el tejido social, con la intención de invitar a un uso prudente y responsable de las nuevas tecnologías de la información.
Introducción
¿Qué lugar ocupa la Comunicación dentro de las ciencias? Inicialmente este cuestionamiento implica valorar la Comunicación en su justa dimensión, lo cual lleva a plantear interrogantes sobre el trasfondo en el que se apoya el empirismo contemporáneo. Los alcances de este estudio problematizan, sin ser exhaustivo, los ejes que estructuran a la Comunicación. El enfoque adoptado corresponde al realismo crítico. Por realismo crítico entendemos que la teoría tiene un componente aplicativo, igual de importante que su fundamentación. Por lo tanto se trata de pensar que la Comunicación es más que un campo profesional determinado por leyes, categorías y estrategias (Bourdieu, 2003), dado que la comprensión de la concepción de lo comunicativo revela el entramado de experiencias de vida, de desarrollo y de desplazamiento de las comunidades de seres humanos. Solo desde una teoría de la Comunicación como encuentro con el otro será posible pensar sobre la trascendencia de lo que es la Comunicación. Las ciencias sociales marcadas por el positivismo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se encuentran embarcadas desde entonces bajo el binomio causa y efecto. Las metodologías empleadas recurrentemente revelan cuestiones de interés, como son las diferencias entre generaciones y grupos, los índices sobre los que se mide el consumo de medios, los diferentes tipos de interacciones, tipologías de usuarios, y así, se analizan indefinidamente las motivaciones que inclinan a los hombres a comunicarse. De igual manera, la cultura empirista se ha propuesto medir escrupulosamente los efectos de los contenidos de los medios masivos en las llamadas audiencias, diferenciando segmentos de la población. Así, los estudios de Comunicación forman parte de las disciplinas que supieron adoptar con rigor y encuadre el mandato empirista. Sobre todo fueron las ciencias sociales las que mejor supieron explotar esta perspectiva. Sin embargo, las ciencias sociales marcan a los estudios de Comunicación de una manera que restringen el potencial que se encuentra en su objeto de estudio.
Esta restricción no es menor, porque lo que se encuentra empeñado en la comprensión de la concepción de la Comunicación es el sentido mismo de lo humano. La noción de Comunicación nos comunica dimensiones incuantificables. En efecto, desde la Comunicación el hombre se ve involucrado en lo real, en la Comunicación centellean realidades no previstas por el ojo humano. Como sujeto y actor de una realidad que lo sobrepasa, el hombre se esfuerza por comprender a Dios que a su vez se comunica a los hombres. Antropólogos, filósofos y novelistas –como Peter Sloterdijk (2006a) y Mario Vargas Llosa (2008)– han referido que desde tiempos del paleolítico la humanidad se moviliza gracias a la vocación de narradores que con el apoyo de soportes comunicativos, contagian a su público espectador de un entusiasmo que les lleva a rozar lo no presente. Convivir con lo otro, con lo ausente, con lo que está más allá, es uno de los tantos motores que impulsan la acción comunicativa. A partir de esto es posible la analogía entre la paleopolítica, la medioesfera y la videoesfera como esferas-comunicativas que engloban el devenir de la humanidad hasta la época contemporánea (Debray, 2001). La idea es que la comunidad sobrevive a las tensiones, a los conflictos y a las crisis, resistiendo a las decepciones y a los desencuentros, gracias a la efectiva Comunicación de estados anímicos. De tal suerte que la Comunicación lo es todo, es la actividad a través de la cual se comparte un estado espiritual que anima, agrupa y alimenta al grupo (Sloterdijk, 2006a).
Si la Comunicación lo es todo, si todo tiene su epicentro en la Comunicación, o, como dice Baudrillard, “en nuestro tiempo, al parecer, todo se ha vuelto un problema de Comunicación” (Baudrillard, 2000b, p. 32), hay que comenzar por abrir la comprensión de la Comunicación hacia un horizonte científico de mayor calado que el que otorga el empirismo. Esta tarea requiere convocar a un conjunto de disciplinas que favorezcan la apertura sobre una unidad temática que se revela como horizonte y con un carácter factual. Es decir, la Comunicación permite dibujar un horizonte –un puente, una línea en el tiempo– de cual se desprende una comprensión del pasado, del presente y del porvenir de las comunidades humanas, y por otro lado, la Comunicación permite ubicar los ejes sobre los que se teje en franca relación tanto la facticidad espiritual, como la materialidad de un soporte comunicativo y lo real de la convivencia humana. Estos ejes se pueden agrupar bajo el título de mediología. La mediología trabaja analógicamente y empíricamente, conjunta en una singular dialéctica, tanto entidades ideales como soportes técnicos. La Comunicación como disciplina puede ser ciencia del espíritu e ingeniera social; teje y trama el aspecto espiritual que cobran las múltiples formas de Comunicación, lo que comúnmente llamamos con el título de tradiciones.
La comprensión de entidades ideales está a la base de las ciencias exactas, como lo es el de las matemáticas y el de la geometría. Edmund Husserl (2000) cuestionó el grave error en el que cayó Galileo y con él, el desarrollo posterior de las ciencias en la modernidad, al descuidar la comprensión del horizonte comunicativo que hacen comprensibles los postulados, los axiomas y los principios de la geometría. Las entidades numéricas y los axiomas de la geometría requieren un horizonte a partir del cual se desprenda un punteo de supuestos compartidos. El hombre de ciencia moderna demeritó explicar el estatus precientífico de las Ideas: las bases culturales, políticas y técnicas. Se omite considerar las disputas entre grupos que conforman una civilización, los conflictos entre grupos de científicos (Latour, 2007). Los geómetras modernos abordan las cuestiones relacionadas con la lógica en un proceso de purificación, limpieza y exfoliación de los elementos impuros. Según Husserl (2000), Galileo no se cuestionó jamás el sentido de la génesis pasiva en la mente de los primeros hombres que captaron las cuestiones ideales, estructura pasiva que es general a cualquier mente que se inicie en el estudio de entidades ideales. Entendió que la rigurosidad es sinónimo de descontextualización.
La idea de purificar, la delimitación de objeto y el método y la descontextualización fueron las formas de ocultar las tensiones entre grupos de investigadores. La forma de operar de las ciencias modernas desembocó en lo que George Steiner (2001) denomina la gramática de la tristeza del pensamiento. Zygmunt Bauman (2004) describió el fracaso rotundo de las ciencias sociales: son incapaces de comunicar algo vivo, estable y con sentido a las comunidades. Lo efímero, lo líquido y movedizo no son características exclusivas de las relaciones humanas, también los resultados de las ciencias son contingentes; a lo mucho, perspectivas de la realidad sin ningún tipo de anclaje en la experiencia de la comunidad.
Sin embargo, gracias a la introducción del análisis sobre el papel que juegan las tecnologías de la Comunicación en el desarrollo de las mentes, los cuerpos y la vivencia interior, la mediología está en la capacidad de mostrar los cambios en las estructuras de convivencia humana, así como explicar la génesis en la comprensión de entidades comunicativas. Como se verá, la mediología elabora puentes de comprensión a partir de entrelazar cuestiones referentes a las tecnologías de Comunicación, con cuestiones relacionadas con el poder y sus vínculos con estados anímicos de convivencia comunitaria. Estos puentes se pueden estirar tan ampliamente en tanto existan los suficientes elementos teóricos y los soportes técnicos que permitan acercarse a comunidades del pasado para entrelazarlas con las comunidades actuales. La mediología es una tecnofilosofía del encuentro, requiere de tecnologías de la memoria y políticas de la memoria para propiciar un encuentro con el otro.
Mediológicamente, entonces, podemos elaborar la siguiente pregunta de investigación que guiará el presente estudio: ¿qué le ocurre y, qué está por ocurrirle al tejido social –entramado anímico– en tanto gran parte del epicentro comunicativo acontece en los nuevos soportes de la Comunicación digital?