Avance del próximo número: 20
¿QUÉ ES LA BELLEZA EN EL SIGLO XXI?
Editores temáticos: Dr. Antonio Díaz Lucena, Luis Nahuel Sanguinet García, Lara Madrid del Campo
El minimalismo y lo impecable están hoy asociados a un ideal de belleza sin arrugas y sin pliegues. En palabras de Byung-Chul Han, lo liso y lo terso son las cualidades de nuestra época. Quedan fuera del buen gusto la acumulación y la ostentación, consideradas bellas en otros momentos estéticos. El ideal de belleza clásica, asociado a ideas de simetría y armonía, es superado por la ornamentación, los escorzos y los excesos del Barroco. En 1712 Addison define en Los placeres de la imaginación una diversidad de categorías estéticas, fundadas en distintas naturalezas, antes consideradas defectos, como sucedía con la magnitud en lo sublime y la variedad en lo pintoresco. Surgen diversas teorías del gusto especialmente entre filósofos alemanes y empiristas británicos. Mientras Hume fundamenta la apreciación de la belleza en el conocimiento y en la educación; Burke relaciona, así como a lo sublime con el dolor, a lo bello con el placer. En la Crítica del juicio, Kant destaca el carácter desinteresado del placer como condición en la experiencia estética de lo bello. Una experiencia que, para Kant, no aportaría conocimiento. Después de las teorías del gusto del siglo XVIII, a raíz del Romanticismo proliferan categorías estéticas apoyadas en conceptos negativos como lo grotesco, lo patético y lo siniestro. Estas, presentes también en las vanguardias del siglo XX, encuentran también su representación en la variedad del panorama artístico actual, en el que las ideas asociadas a la belleza tradicional se han reducido a su mínima expresión. La tecnología ha permitido hoy dejar de acumular e incluso prescindir de muchos objetos físicos. El minimalismo y la pulcritud son signo de la belleza promovida por la publicidad, provocando que la experiencia estética ya no se limite a un acto contemplativo, sino que sea también un impulso al servicio del consumo. La positividad de lo terso y pulido es lo único que activa el imperativo táctil. Invita al observador a la anulación de la distancia (…). Pero un juicio estético presupone una distancia contemplativa. El arte de lo terso y pulido lo elimina (Han, 2022). Al eliminar la negatividad se elimina la conmoción que supone enfrentarse al objeto artístico y se aboga por la autocomplacencia. La tecnología de diseño aséptico como principal objeto de deseo de consumo actual es el mayor ejemplo de rechazo de lo negativo, en definitiva, la confrontación con lo diferente. En este contexto cabe preguntarse por el encaje del libre juego de las facultades del entendimiento y la imaginación planteado por Kant y, en última instancia, el espacio que ocupa hoy la belleza.
Editor del número: Dra. Daniela Musicco Nombela
La Inteligencia Artificial avanza y la cirugía estética se somete a las leyes de los algoritmos creando unos cánones que corresponden a la aceptación de la idea de belleza fruto del análisis del Big data. Paisajes, casas, animales son creados para el metaverso y películas como Avatar (2022) son concebidos siguiendo también cánones compartidos. Parece estar cada vez todo más controlado, pero cabe preguntarse fuera de la actuación de cualquier máquina capaz de recolectar, almacenar y procesar información, qué es la belleza en el siglo XXI. El cine, la pintura, la arquitectura, la literatura y el propio cuerpo humano se forman y se transforman en base a criterios estéticos que se construyen con herramientas como las de análisis (MIT, 2022), que puntúan la belleza en base a métricas preconcebidas por máquinas que atienden a encuestas y transforman las respuestas en números y en datos que determinan después los estándares. Sin embargo, afortunadamente, la belleza que nos atrae parece escapar a las máquinas y a los algoritmos y mantiene un componente alto de subjetividad, de irracionalidad; es la belleza del puntctum de Barthes explicado en la Cámara lúcida (1980), aquello que nos toca de forma emocional, inexplicable, a cada uno de forma distinta; es la belleza intangible, de la bondad, de la pureza de aquel ideal humano que trasciende, se escapa de lo material y mundano y se logra en lo Divino. La cuestión de la belleza en la comunicación se abre a este nuevo número de la revista Comunicación y Hombre.
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