Resumen
Hoy la tecnología de internet y de los teléfonos inteligentes estructuran las subjetividades. Así, la imaginabilidad urbana se vuelve materia prima para compartir por la vía virtual. Estas nuevas tecnologías, además, han modificado el modo de ver y comentar los problemas urbanos. Es decir, han aparecido en redes los cronistas digitales, narradores improvisados que con sus imágenes y comentarios combinan los gustos del imaginario popular con cierta base académica y, a veces, hasta artística. La estética de la simulación y del exceso es algo presente en estos medios digitales. Se tomaron las fotos del espacio público por ser un lugar nodal donde convergen distintas formas de entender la vida político-cultural de los habitantes de una ciudad. La pregunta central, y por tanto el objetivo perseguido, es identificar de qué manera las tecnologías ya planteadas modifican nuestra manera de ver, entender y vivenciar el problema urbano y si esta nueva forma impacta en la construcción de una identidad en el ciudadano. La metodología seguida en este trabajo consiste en la descripción de los elementos, en cuadro y fuera de éste, de las fotografías digitales compartidas, junto con su interactividad. Los resultados encontrados apuntan a afirmar que, para el ciudadano común, existe una mayor visibilización del problema urbano, pero no necesariamente un mayor involucramiento de los actores en las soluciones. La vía virtual deviene en un simulador que no asegura mayor participación ciudadana ni concepciones más sofisticadas de la dinámica de la urbe.
Abstract
Today the technology of the internet and smartphones had structured subjectivities. Thus, urban imaginability becomes raw material to share on the virtual road. These new technologies, in addition, have modified the way of seeing and commenting on urban problems. That is to say, digital chroniclers, improvised narrators have appeared on networks who, with their images and comments, combine the tastes of the popular imagination with a certain academic and, sometimes, even artistic basis. The aesthetics of simulation and excess is something present in these digital media. The photos of the public space were taken because it is a nodal place where different ways of understanding the political-cultural life of the inhabitants of a city converge. The central question, and therefore the objective pursued, is to identify how the technologies already proposed modify our way of seeing, understanding and experiencing the urban problem and whether this new form impacts the construction of an identity in the citizen. The methodology followed in this work consists of describing the elements, in frame and outside it, of the shared digital photographs, together with their interactivity. The results found aim to affirm that, for the common citizen, there is a greater visibility of the urban problem, but not necessarily a greater involvement of the actors in the solutions. The virtual route becomes a simulator that does not ensure greater citizen participation or more sophisticated conceptions of the dynamics of the city.
1. Introducción: algunas precisiones conceptuales y metodológicas
A principios de los años sesenta del siglo XX, Kevin Lynch señaló un conjunto de novedosos problemas para estudiar las metrópolis norteamericanas. Tales problemas estaban relacionados con la imagen de la ciudad, la cual, a su vez se conectó con el analizar la percepción del habitante respecto a su espacio urbano. Este análisis, fue desarrollado teniendo como base las subjetividades y el cómo las personas se apropian de los espacios. Según Lynch (1994: 1), la imagen de la ciudad es la representación mental que el individuo se hace de calles, plazas o edificios. Pero también incluye un darse cuenta de todas las actividades sociales, culturales, económicas, demográficas y ecológicas, por lo que el problema de la imagen de la urbe se vuelve complejo: la percepción está filtrada por condiciones de clase social y de costumbres culturales (Linares, 2009: 13).
Si esta imagen mental implica un fácil reconocimiento de cómo están organizadas las partes del espacio urbano, si se encuentra con simplicidad la coherencia de fragmentos de la ciudad, podemos decir que la imagen urbana es legible, es clara. Pero, si además de claridad, suscita representaciones mentales «vívidamente identificadas, poderosamente estructuradas y de suma utilidad…cuando no sólo es posible ver los objetos, sino que se los presenta aguda e intensamente a los sentidos», entonces hablamos de imaginabilidad (Lynch, 1994: 19). De esta manera, entendemos por imaginabilidad la cualidad de un objeto o un espacio físico para generar en el sujeto «imágenes vigorosas» que impacten en el estado de ánimo, en los valores estéticos, de pertenencia o, incluso, en la estructura e identidad del mundo percibido. En este sentido, siempre siguiendo a Lynch, la identidad del sujeto o del objeto se define por los rasgos, atributos o características que sirven como diferenciadores. Pero, también menciona Giménez, las identidades sociales descansan sobre sentimientos de pertenencia a colectivos, y las identidades territoriales deberían estudiarse en relación con pertenencias socioterritoriales (Giménez, 1999: 34). Con estos argumentos, podemos señalar que la identidad del objeto o del sujeto urbano deben analizarse en función de pertenencias a colectivos culturales.
También interesa mencionar que el desarrollo de la imagen es un proceso bilateral y fragmentado. Bilateral, porque incluye al observador y a lo observado. Y fragmentado porque el sujeto percibe sólo una parte de la ciudad. Es lo bilateral y lo fragmentado de la imagen urbana lo que hace que la idea de imaginabilidad sea flexible, elástica. Es decir, «el concepto de imaginabilidad no denota necesariamente algo fijo, limitado, preciso, unificado u ordenado regularmente, si bien puede tener a veces estas cualidades». (Lynch, 1994: 20). Tampoco podemos pensar que la imaginabilidad sea algo muy patente en una primera mirada, evidente, muy claro y simple. Incluso, la imaginabilidad requiere con frecuencia ser fortalecida mediante algunos aspectos simbólicos, con la reeducación del observador o definitivamente remodelando el entorno urbano. Al observador también se le puede dar un mapa o ayudarle con determinada señalética. La imaginabilidad entonces, es cualidad del espacio, pero siempre incluye la participación del observador: en la medida en que el sujeto pueda acoplar su movilidad y sus valores culturales a la realidad, el lugar cuenta con mejor imaginabilidad.
A fin de cerrar este pequeño marco conceptual, quisiéramos hacer una diferencia entre imagen, imaginación, imaginabilidad e imaginario, obviando por el momento el gran debate que hay al respecto. Si la imagen es una representación mental, la imaginación reproduce y recrea dicha realidad por medio de imágenes. La imaginabilidad, como decíamos, se ha concebido como una cualidad del espacio o del objeto para dar información coherente al sujeto. Pero el imaginario es más complejo. Citamos:
El imaginario es una matriz de significados, es orientador de sentidos asignados, a determinadas nociones vitales (el amor, el mal, el bien) o ideológicamente compartidas (la nación, lo político, el arte etc.) por miembros de una sociedad. La diferencia fundamental radica en que la imaginación es una innata cualidad humana, y el imaginario social una condición o regulación externa como característica propia de la vida en sociedad (Fuentes, 2016: 17).