1. Introducción
David Lynch tenía dieciocho años cuando se estrenó Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964). Desde luego, ya no era un niño, pero sí un adolescente con una marcada inclinación artística que pocos años después acabaría dirigiendo su primer cortometraje experimental ―Seis hombres enfermos (Six men getting sick (six times, 1967). Aquella célebre película musical de fantasía tuvo que producir un considerable impacto en el futuro director, según se desprende del reflejo que dicho film tendrá en un momento dado de su obra cinematográfica, como veremos en el análisis textual de Terciopelo azul (Blue velvet, David Lynch, 1986) que se presenta en este artículo.
La cinta, producida por Walt Disney, basada en la serie de novelas homónimas de Pamela Lyndon Travers, con música de los hermanos Sherman y protagonizada por Julie Andrews, gozó de un enorme éxito en su época. Además de ser la película más taquillera del año, fue no- minada a trece premios Oscar y cosechó cinco estatuillas, y ha sido considerada por muchos la culminación de la carrera de Walt Disney. Mary Poppins es, por otro lado, un magnífico ejemplo del cine altamente estilizado ―y en cierto modo anquilosado― producido en el Hollywood de la época que precedió al llamado new Hollywood. La historia de la niñera mágica ―amable y compasiva, justo como habían deseado sus pupilos, Jane y Michael Banks― remite a un edulcorado universo de inocencia infantil que resulta maravilloso, entrañable y un tanto artificial a la vez.
Evidentemente, el registro del cuarto largometraje de David Lynch, un thriller neo-noir titulado Terciopelo azul, es bien distinto. De las dos etiquetas genéricas utilizadas para definir a esta película, la primera remite a la expresión inglesa thrill, que podría traducirse como ‘emoción’, ‘estremecimiento’ o ‘conmoción’ ante un estímulo impactante. Como ha explicado Martin Rubin , «el thriller busca despertar miedo, suspense, excitación, vértigo y movimiento. En otros términos, enfatiza lo visceral, lo primario, en vez de aspectos más sensibles o cerebrales como la tragedia, la aflicción, la compasión, el amor o la nostalgia» (2000, p. 14). Este mismo autor precisa que el thriller, más que un género en sí mismo, «puede ser conceptualizado como un “metagénero” que engloba a otros géneros bajo su manto y como una banda en el espectro que colorea a cada uno de esos géneros particulares» (2000, p. 12). Por su parte, la etiqueta neo-noir hace referencia a una recreación actualizada del universo propio del género clásico conocido como cine negro o film noir, caracterizado, entre otros aspectos, por narrar historias de crímenes que se desarrollan en ambientes dominados por la corrupción, el cinismo y la violencia. Así lo ha definido Mark Conard:
El término neo-noir describe cualquier película posterior al periodo del cine negro clá- sico que contenga temas y sensibilidad del cine negro. […] Es muy posible que estas películas posteriores no estén rodadas en blanco y negro y que no contengan el juego de luces y sombras que poseían sus precursoras clásicas. Sin embargo, contienen la misma alienación, pesimismo, ambivalencia moral y desorientación (2007, p. 2).
Terciopelo azul es una película que ha influido como pocas en el cine del periodo postclásico. Entre otras cosas, este film redefinió desde coordenadas ya plenamente posmodernas el thriller de inspiración manierista que Alfred Hitchcock había popularizado a finales de los años cincuenta y del que había sido el maestro indiscutible. Al mismo tiempo, esta ficción escrita y dirigida por Lynch sentó algunas de las bases estéticas y temáticas del cine que se iba a realizar en las siguientes dos décadas cuando menos. La huella dejada por Terciopelo azul puede constatarse, por ejemplo, al observar que una institución como el American Film Institute (AFI) la considera una de las diez mejores películas estadounidenses de todos los tiempos del género mystery, una categoría que en este caso engloba al thriller (AFI, 2008). O que el British Film Institute (BFI) y su prestigiosa revista Sight and Sound ―tanto en la encuesta realizada entre críticos, documentalistas y académicos como en la realizada exclusivamente entre directores de cine― sitúan a esta película entre las cien mejores de la historia (BFI, 2022).