1. El salto a la era digital
La vida se organiza en términos informativos. El almacenamiento y la utilización de la in-formación para todo tipo de fines –económicos, sociales, políticos, culturales- es un rasgo distintivo de las sociedades humanas, especialmente desde la aparición de la escritura, ca-paz de almacenar información mediante símbolos alfabéticos y pictográficos; aunque es a partir de la aparición de la imprenta, en el siglo XV, cuando el papel de la información en la sociedad cobra un impulso decisivo. Leer y tener algo que leer fue, hasta finales del siglo XV, un privilegio de una minoría. El Homo sapiens que multiplica el propio saber es el llamado Hombre de Gutenberg; con él y con la imprenta se produce el gran salto a la tecnología y la ransmisión escrita de la cultura y las relaciones se hacen accesibles a todos los individuos de una forma nueva (Sartori, 1998: 29).
A partir del siglo XVIII, en las sociedades modernas, la información ha tenido una presen-cia decisiva y determinante en la historia de los acontecimientos y en la vida social. Desde la llamada Segunda Revolución Industrial, la emergencia del telégrafo y posteriormente del teléfono, radio y televisión, hicieron de la información y la comunicación fenómenos de primer orden. A partir de entonces, nuestras sociedades contemporáneas han conocido la emergencia de los mas media que prosperan eficazmente en el desarrollo de la sociedad, al tiempo que fomentan las acumulaciones indebidas de poder. Vivimos en una sociedad post-industrial en la que se subraya el carácter central del conocimiento y la comunicación como eje alrededor del cual se organizan las nuevas tecnologías, el crecimiento económico, la estratificación de la sociedad y, sobre todo, nuestra vida personal.