Introducción
En el otoño de 2016, los medios de comunicación internacionales empezaron a recoger noticias acerca de una emisora de radio que transmitía hacia Mosul, con el nombre de Alghad («mañana», en árabe). Emitía desde marzo de 2015, pero su descubrimiento internacional coincidió con la ofensiva del Ejército iraquí para recuperar la ciudad de manos del autodenominado Estado Islámico. Uno de sus fundadores, Mohammed al-Mawsily, de 28 años, debió abandonar su ciudad natal en julio de 2014, tras la llegada de los islamistas radicales. Instalado en el Kurdistán iraquí, comenzó a pensar en una forma de comunicar con la gente que había quedado atrapada allí. Con la autorización del Gobierno de la región del Kurdistán, instaló transmisores cerca de la línea del frente, a pocos kilómetros de Mosul, para que la señal de FM pudiera penetrar en la ciudad ocupada. El ISIS primero prohibió la venta de aparatos de radio, y luego instaló su propia emisora en Mosul para transmitir en la misma frecuencia de Alghad y así tratar de anular su señal. Alghad aumentó entonces sus transmisores a lo largo de la línea del frente, preparados para emitir en distintas frecuencias a la vez. Pero lo que los medios de comunicación internacionales destacaron más fue el hecho de que Alghad se las arregló para hacer posible que los ciudadanos de Mosul pudieran llamar por teléfono a la emisora y hablar libremente de sus problemas, de su vida diaria en poder del ISIS, y también de sus esperanzas y sus sueños para el futuro. Para esos ciudadanos, Alghad era un medio de romper su aislamiento, y también una forma de resistencia a las políticas de los yihadistas.
En las informaciones sobre Alghad FM se utilizó con frecuencia la locución «radio clandestina». En efecto, los fundadores de Alghad FM no podían desvelar los aspectos básicos de su actividad, como la localización concreta de los estudios y los transmisores o la identidad real de los miembros de la emisora, para evitar represalias del Estado Islámico. De hecho, “al-Mawsily” es un pseudónimo, que significa «de Mosul». Quienes llamaban desde dentro de Mosul debían utilizar pseudónimos e incluso hablar en susurros, porque el Estado Islámico ha ejecutado a gente por el simple hecho de tener un teléfono móvil o una tarjeta SIM. La de Alghad FM es la referencia más reciente, pero el término «radio clandestina» aparece de vez en cuando en los medios de comunicación. Ahora bien, ¿estas apariciones son los estertores de un género que ya es pasado o, por el contrario, la prueba de que esta categoría de radio está más viva de lo que pudiera pensarse?
La radio vive tiempos de redefinición. Tras casi un siglo de existencia como medio de comunicación de masas, la convergencia tecnológica está transformando por completo la forma de acceso a los contenidos, la relación entre emisores y receptores, la caracterización tradicional de los géneros y de las emisoras… Algunas barreras tradicionales que limitaban las posibilidades del medio se rompen (la principal de ellas, la derivada del alcance de las ondas hertzianas, el soporte tradicional durante décadas). Mientras, aspectos básicos que le daban una primacía sobre los otros (como la inmediatez y la flexibilidad para la transmisión de los hechos) dejan de ser exclusivos.
Sólo la extensión a gran escala de la televisión obligó a los comunicólogos y a los responsables de las emisoras a repensar y a resituar el papel y las funciones de la radio con tanta urgencia y tanta pluralidad de enfoques como en los últimos años. El tiempo transcurrido nos invita a pensar que habrá que replantear (otro «re») el concepto mismo de radiodifusión, sobre todo a la luz del «consumo» que de él hacen los jóvenes, y que de algún modo marca el camino.
Pero lo que aquí queremos preguntarnos, como decíamos, es algo mucho más concreto. En estos complejos procesos de transformación, ¿qué papel le está reservado a la radiodifusión clandestina, ese tipo de emisiones tan poco estudiadas como constantes en la historia del medio? Para contestar a esa pregunta, intentaremos primero aproximarnos a las características mismas de la radiodifusión clandestina. Después analizaremos si las circunstancias políticas y técnicas que motivaron su nacimiento en los años treinta siguen justificando hoy su presencia. Y, en caso afirmativo, nos plantearemos si las emisiones clandestinas también están sufriendo algún tipo de evolución respecto a sus características originales.