Resumen
Se desarrolla una breve exégesis de los planteamientos de Heidegger, Baudrillard y Holzapfel, que describirían una sociedad posmoderna al borde del vacío o, si se prefiere, al límite del sin-sentido. Dichos marcos ontológicos –el Ge-stell, el simulacro y la matrix, respectivamente– remiten no solo a un sobre-poblamiento de datos, sino particularmente a un despliegue, por decirlo así, irrefrenable de dispositivos tecnológicos. Guardando las distancias teóricas del caso, estos tres pensadores, cada uno a su manera, parecen describir en qué consistiría este Leviatán posmoderno, formado por aplicaciones, interfaces, el 6G y toda gama de hiperconexiones de la que es capaz hoy día la tecnología. Se tiene en cuenta la conjetura de Malabou, para quien, a propósito de su recepción del Ge-stell heideggeriano, los objetos tecnológicos nunca se presentan como objetos vacíos, sino que siempre suponen una cierta mutación ontológica. Tal transformación, desde luego, es la de nosotros mismos. Una visión futurista perfectamente pudiera mostrar a una tribu de replicantes, armados –es casi seguro– de una tecnología hoy inimaginable, pero, sin embargo, abocados a esa tarea casi mística de dotación de sentido.
Abstract
A brief exegesis of the approaches of Heidegger, Baudrillard and Holzapfel is developed, which would describe a postmodern society on the edge of emptiness or, if you prefer, on the edge of nonsense. Said ontological frames –the Ge-stell, the simulacrum and the matrix, respectively- refer not only to an overpopulation of data, but particularly to an unstoppable deployment, so to speak, of technological devices. Keeping the theoretical distances of the case, these three thinkers, each in their own way, seem to describe what this postmodern Leviathan would consist of, made up of applications, interfaces, 6G and all the range of hyperconnections that technology is capable of today. Malabou’s conjecture is taken into account, for whom, regarding his reception of the Heideggerian Ge-stell, technological objects are never presented as empty objects, but always suppose a certain ontological mutation. Such transformation, of course, is that of ourselves. A futuristic vision could perfectly show a tribe of replicants, armed –it is almost certain- with a technology unimaginable today, but, nevertheless, engaged in this almost mystical task of providing sense.
1. Introducción
En el Leviatán –su obra más reconocida y cuyos efectos histórico-políticos podrían ser, perfectamente, equiparados a los del Príncipe de Maquiavelo–, Thomas Hobbes (1980) define a esta especie de bestia de siete cabezas como un gran animal artificial creado por el hombre, que adquiere su fisonomía definitiva en esa extraña mezcla de vida y artificio que invoca el pensador inglés en la idea del Estado moderno. Pues bien, en cierto modo considero que la información del siglo XXI, a la que se ha dado en llamar hiperinformación (Han, 2014), se impone hoy con una fuerza descomunal y una inevitabilidad tal, que pareciera adquirir no solo la forma, sino también la función del Leviatán hobbesiano. La sociedad posmoderna parece sobre-poblar de datos cada uno de los espacios en que ella misma se constituye: los íntimos, los domésticos, los sociales y, para llamar así a todos aquellos fenómenos acelerados por el uso de las tecnologías, los globales. Dicho sobre-poblamiento equivale a la intención de diseñar un modelo de descripción de la realidad, cuyo espesor esté determinado por la generación, intercambio, transferencia, desecho y renovación de información en sus múltiples y prácticamente infinitos soportes y plataformas. En tal medida, la idea de horror vacui adquiere un peso decisivo. Si la posmodernidad ha acelerado este «repoblamiento» de datos de nuestras esferas pública y privada, lo ha hecho a costa de una realidad que ha ido mostrando señales cada vez más fuertes de «despoblamiento» de sentido. En efecto, la era de la técnica, anunciada no solo por Heidegger, sino también por pensadores como Dessauer, Mumford, Sloterdijk e incluso el mismo Ortega, se ha movido en una relación casi directa con nuestra pérdida de sentido. Esta suerte de angustia frente a la ausencia de sentido –y esta sería nuestra principal conjetura–, ha determinado algo parecido a un «giro hiperinformativo», que se expresaría fundamentalmente en un culto a la información.
Nos enfrentamos, nolens volens, a la era del dispositivo de datos. La hiperinformación parece «purgar» la ausencia de sentido y apostar a llenar este vacío, mediante justamente un sinfín de fuentes de sentido. Al respecto, resultan vigentes para describir este fenómeno las críticas de diferentes autores que han tratado de explicar no solo los fundamentos, sino los alcances de este Leviatán del siglo XXI. Entre estos, Heidegger, (1953, 1955), Vattimo (1974, 1981, 1983), Baudrillard (1978, 1980, 1983, 1990), Holzapfel (2005, 2012, 2018, 2020) y Puig (2015, 2016). Tres de ellos me parecen indispensables: Heidegger y su idea de Ge-stell; Baudrillard y su concepto de hiperrealidad; y Holzapfel, a través de la pregunta por el sentido. La argumentación va más bien por el lado de reconocer –siguiendo en esto a Heidegger– a la sociedad actual como la era del Ge-stell. Si lo que se desoculta por medio del Ge-stell es precisamente nuestro modo de ser técnico, o tecnológico, entonces caemos en la cuenta de que en el centro de este dispositivo se halla sobre todo la información hiperexpuesta. Si pudiera decirse así: el big data. En un plano ontológico diferente, Baudrillard ha descrito la era actual como la de la hiperrealidad, el punto en que la idea de simulacro ha rebasado toda posibilidad de distingo entre verdad y simulación, entre realidad y no realidad. La hiperrealidad es, pues, una respuesta desde el hastío. A partir del exceso de información, tiende a promover otras performances y posibilidades de determinación de la posverdad. Por su parte, el filósofo chileno Cristóbal Holzapfel realizará una interpelación esencial a los tiempos que corren. ¿En qué medida la pregunta por el sentido es en realidad la última posibilidad de contrarrestar el vacío por antonomasia que parece ser la nada? Toda la antropología filosófica de Holzapfel, gira en torno a ese torbellino ontológico en que la nada nos acosa y abruma a partir de un sin-sentido fundamental.
En todo caso, la presencia de estos autores, aparentemente tan diferentes en «programas» y estilos, obedece no solo al rótulo general de filósofos del sentido, cuestión que en principio tendría que ver con el título del manuscrito, sino especialmente con su preocupación, dicho de manera radical, por el problema del fundamento. De esta laya, Heidegger, Holzapfel y Baudrillard, compartirían en sus filosofías una misma dirección ontológica, lo que Navarro Cordón (1966) denomina Fundamentalontologie.
El escrito (una breve exégesis respecto de los autores indicados) se organiza en tres secciones: primero, se discute la posibilidad de entender la hiperinformación como una dimensión del Ge-stell heideggeriano, provista de credenciales primeramente ontológicas. Enseguida, se pone en liza la idea de Baudrillard de hiperrealidad, dentro de lo que pudiéramos llamar una cultura del simulacro. Sobre el final, se describen las concomitancias en Holzapfel entre los conceptos de matrix y de fuentes dispensadoras de sentido.