Resumen
La caída de la URSS precipitó un cambio progresivo en las relaciones entre los países que habían formado parte del aparato estatal del gigante euroasiático. La evolución de este proceso, en el marco del espacio post-soviético, se ha encontrado significativamente marcada por la gestión de la información en los escenarios resultantes de los conflictos de interés surgidos a raíz de las disputas territoriales, que emergieron en el nuevo mapa de Europa del Este. La cuestión nacional ucraniana ha sido uno de los capítulos protagonistas de las páginas de Internacional en los medios de comunicación a nivel global. Los hechos que han acontecido en torno a la guerra del Dombás, continúan siendo, hoy en día, un tema recurrente en la prensa. En este contexto, las operaciones de información han resultado un factor de especial relevancia a la hora de influir en el desarrollo de los acontecimientos, para favorecer una determinada agenda política y generar un estado de opinión que permita facilitar los movimientos estratégicos de los actores intervinientes. La Federación de Rusia, como heredera del legado que dejó tras de sí la Unión Soviética, cuenta con numerosos intereses en la región oriental de Ucrania. Frente a su postura, se encuentra la política desplegada desde Kiev en los últimos años, que experimenta un paulatino acercamiento a la Unión Europea y al conjunto de Occidente. El presente trabajo estudia las técnicas de propaganda rusas aplicadas al conflicto ucraniano, el uso de la desinformación como táctica de guerra híbrida y su posible efectividad, de acuerdo con el estatus actual de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.
Abstrac
The fall of the USSR generated a progressive change in the relations between countries that once were part of the state apparatus of the Eurasian giant. The evolution of this process, within the framework of the post-Soviet space, has been significantly marked by the management of information in the scenarios resulting from the conflicts of interest arising from territorial disputes, which emerged in the new map of Eastern Europe. The Ukrainian national problem has been one of the main chapters of the International pages in the global media. The events that took place around the war in Dombass continue to be, today, a recurring theme in the press. In this context, information operations have been a factor of special relevance when it comes to influence the events, in order to favor a specific political agenda and generate a state of opinion that pushes the strategic movements of the actors involved. The Russian Federation, as heir of the legacy left behind by the Soviet Union, has several interests in the Eastern region of Ukraine. On the other hand, there is the policy deployed from Kiev in recent years, which is in gradual approach to the European Union and the West. This paper studies the Russian propaganda techniques applied to the Ukrainian conflict, the use of fake news as a weapon of hybrid warfare and its possible effectiveness, according to the current status of the self-proclaimed republics of Donetsk and Lugansk.
1. Introducción
1.1. Los intereses de Rusia en Ucrania
Las potencias occidentales desarrollan su acción exterior y juegan sus cartas en la arena geopolítica mirando de soslayo hacia el Este, recelosos de la actividad del gigante blanco que, desde Moscú, parece tratar de injerir en sus asuntos con la intención de preservar a toda costa sus intereses estratégicos. En el último lustro, la presunta intromisión del Kremlin en la vida política norteamericana ha sido un tema recurrente de análisis en los círculos académicos y periodísticos. A tales efectos, se ha marcado como núcleo —en torno al cual gravitan los eventos que conforman las relaciones entre los dos antiguos bloques— el tablero geográfico ucraniano.
Tras la desintegración de la URSS, Rusia se constituyó como la heredera del legado soviético y, como tal, asume su responsabilidad a la hora de mantener un estatus dominante en la región, especialmente si se trata de sostener un nivel de influencia hegemónico sobre las antiguas repúblicas soviéticas. El liderazgo de Boris Yeltsin quizás fue más cómodo en este sentido para el Oeste de lo que viene resultando el ejercido por Vladimir Putin desde su llegada al poder.
De este modo, atar las relaciones con Kiev es una prioridad para la Federación Rusa, cuyo caudal de relevancia mundial mana de dos fuentes complementarias a su dominio del espacio post-soviético: la membresía permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y el mantenimiento de su capacidad nuclear (Deyermond, 2014). En consecuencia, Moscú triangula estos tres factores para apuntalar una posición internacional que, en caso de depender de su competitividad económica, experimentaría una situación bien distinta.
De acuerdo con la profesora Ruth Deyermond, los tres elementos de supremacía han sido sometidos a la presión de Occidente en la última década. Iniciativas como los escudos de misiles de la OTAN en Centroeuropa y el empuje de Washington en dirección a la adhesión de Georgia y Ucrania a la OTAN han mantenido tensa la cuerda, especialmente desde el acercamiento de Kiev a la Unión Europea en 2014, con la firma del Tratado de Asociación entre ambos actores. La suma de los elementos citados supone, desde el prisma del gobierno de Moscú, una amenaza para la seguridad del Estado (Deyermond, 2014).
En línea con el punto anterior, en el mes de febrero de 2019 el expresidente Poroshenko firmó una enmienda constitucional para facilitar la incorporación de Ucrania a la OTAN y la Unión Europea antes de 2023 (RFE/RL, 19 de febrero de 2019). Ante el predecible escenario, Rusia comenzó a mover ficha años atrás con la anexión de Crimea y la desestabilización del territorio oriental ucraniano, asistiendo en diversas materias a los movimientos rebeldes prorrusos que, en el marco de la guerra civil aún por resolver, proclamaron las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. El siguiente paso vino tras el acceso de Volodymyr Zelensky a la presidencia de Ucrania, momento en el cual Moscú decidió conceder el pasaporte ruso a los habitantes de Dombás, lo cual dispara las alarmas en Kiev ante el miedo de «[…] que la emisión de pasaportes rusos pueda dar pie al futuro despliegue de tropas de Rusia en el territorio sublevado, con la excusa rusa de proteger a su gente», como ocurriera en la península de Crimea (Colás, 24 de abril de 2019).
Precisamente el uso de este recurso argumental —una suerte de diáspora del pueblo ruso en los que fueran territorios de su imperio— es uno de los mecanismos principales de la guerra de propaganda en la que se desenvuelve el Kremlin. Sin embargo, las operaciones de información buscan atraer, no sólo en el espacio post-soviético, sino donde exista posibilidad, una red de partidarios de la cosmovisión rusa, como base de apoyo ante las políticas de Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados, que confrontan sus intereses (Darczewska, 2014, p. 14).