Resumen
Los gobiernos democráticos siempre han vividos expuestos a los vaivenes de la opinión pública. El control de esa opinión pública es clave para asegurarse la victoria en las próximas elecciones. Hasta ahora, con un paisaje comunicativo dominado por los medios de comunicación, era relativamente fácil para los gobiernos tener un control sobre la agenda mediática. El cambio de paradigma que supone la irrupción de la vida digital y las redes sociales provoca un terremoto donde nadie se muestra capaz de controlar la agenda. De esta forma, los medios de comunicación social se establecen como nuevos actores en la esfera de opinión pública e introducen nuevas realidades. En nuestra mano está que aprendamos a convivir con ellas.
1. La gestión en el ciclo de noticias
La principal preocupación para un gobierno democrático es la opinión pública. Controlarla y tenerla de parte de los gobernantes es el principal ejercicio a la hora de mantener el poder. La opinión pública es la expresión adelantada de la voluntad popular de las urnas. Cuando un gobierno deja de contar con el favor de la opinión pública sabe que su destino está acabado en la próxima cita electoral, a menos que consiga revertir esa pérdida de confianza. Hasta ahora, para contrarrestar ese efecto era suficiente con asegurarse el favor de los principales medios de comunicación de forma que ayudaran a mitigar el impacto de las medidas más difíciles. Legislar en periodo vacacional o aprovechando la distracción que supone que otro evento de mayor magnitud aplaque la ira de las masas ha sido una de las tácticas más habituales. De ahí, que en plena transición del fascismo a la democracia la legalización del PCE se produjera en un viernes santo, que el Consejo de Ministros apruebe sus leyes y las haga públicas los viernes a última hora de la mañana, que la nacionalización de Bankia se anunciara a la vez que se jugaba la final de la Liga Europea entre el Atlético de Madrid y el Athletic de Bilbao y que el rescate del sector financiero español se negociara y aprobara justo antes de empezar la Eurocopa de Polonia y Ucrania. Precisamente, al primer partido disputado por la selección española en aquel campeonato acudieron los directores de los principales medios de comunicación invitados por el Gobierno. El objetivo del viaje era convencerles de que el mecanismo de crédito aprobado por la Eurozona para sanear los bancos nacionalizados no era un rescate y que por tanto debían obviar la tan temida palabra. Con estas medidas de distracción, las gestiones más polémicas se disfrazan tras una cortina de humo.