El último libro de los profesores Antonio García Berrio y Teresa Hernández Fernández Crítica Literaria. Iniciación al estudio de la Literatura cumple una doble función, por un lado sirve de manual de orientación a quienes se inician en el estudio técnico de la Literatura y por otro lado, es fuente de sugerencias iluminadoras para especialistas en la materia.
La sólida cultura humanística de ambos investigadores produce un trabajo de síntesis pero de enorme profundidad teórica en el que se valoran las aportaciones de las distintas escuelas crítico-literarias europeas y americanas del siglo XX -desde la Estilística hasta lo que García Berrio y Hernández Fernández denominan Crítica literaria globalizadora, pasando por el Formalismo, el Estructuralismo, el New Criticism, el Neoformalismo, el Postestructuralismo o la Deconstrucción crítica-. Asimismo, recorren un largo ideario de autores -Kant, Herder, Vico, Schopenhauer, Hegel, Schelling, Schlegel, Fichte, Scheler, Freud, Jung, Durand, Blanchot, Derrida, Lacan, Kristeva, etc.- para señalar el modo en que las ideas filosóficas, estéticas, psicoanalíticas, antropológicas y hermenéuticas se transforman en ideas literarias.
En los capítulos introductores los autores precisan la entidad de la Crítica Literaria. Definen la Literatura como objeto antropológico que a través de diferentes modalidades expresivas y de una manera agradable, atractiva, proporciona un conocimiento profundo sobre el ser humano. La observación reflexiva de la obra literaria ha dado lugar a disciplinas cercanas, Teoría, Crítica e Historia Literaria, respecto a las cuales señalan su contenido específico García Berrio y Hernández Fernández. Éstos conciben la Crítica en un sentido extenso, cercano a la tradición anglosajona, como reflexión, pensamiento sobre la Literatura, que asume las aportaciones de la Teoría de la Literatura y se iguala a la Ciencia de la Literatura. Tal consideración amplia de la Crítica Literaria entiende que el acceso crítico a los textos literarios debe unir el nivel de estudio habitual lingüístico-expresivo al nivel psicológico (lógico, imaginativo y sentimental), como se concibió en la Antigüedad clásica, con el fin de extraer observaciones generales aplicables al texto individual y de nutrir la “institución literaria como sistema”.
Las dos partes del libro tituladas “Expresividad: crítica de la forma exterior” y “Poeticidad: crítica de la forma interior”, abordan respectivamente el material expresivo-verbal y el material ético-sentimental del texto. Por supuesto, el texto literario es resultado de un proceso complejo, no puede reducirse a inocentes simplificaciones. Un estudio crítico acertado debe dar cuenta de su peculiar constitución lingüístico-expresiva, semiótica, comunicativa, psicológica, sociológica, histórica, cultural y estética. Los conceptos de literariedad y poeticidad expresan precisamente que el lenguaje artístico-literario es susceptible de distintos grados de especificidad, apuntan la valoración anticipada de los aspectos expresivo-formales y a la valoración imprevisible de la calidad estética debida a factores sociológicos, antropológicos, imaginarios o sentimentales. La Crítica no puede, por supuesto, prescindir de los logros lingüístico-expresivos de las escuelas formalistas del siglo XX o de la Retórica clásica y además debe perfeccionarse con los frutos de la psicocrítica actual. Su tarea más urgente es establecer las estrategias que ilustren las condiciones de comunicación entre la estructura material del texto y la de su constitución psicológica, imaginaria y sentimental, proyectada.
Como síntesis dialéctica se presenta la tercera parte: “Singularidad: teoría crítica de las formas en literatura” donde García Berrio y Hernández Fernández introducen el problemático debate sobre la teoría de los géneros literarios, abordado en profundidad desde hace años en obras precedentes. Lo hacen a propósito de su entendimiento del valor estético de las obras literarias y artísticas. Universalidad –que la obra suscite el interés universal de todos los individuos capacitados para conocerla- y singularidad –que se tenga la convicción de que es una obra singular, única e irrepetible- son los principios que determinan el valor estético de sublimidad que atribuimos a las grandes obras. Estos conceptos entroncan con el de variedad, aportado por la Crítica comparada. Especialmente interesante es la propuesta de ambos profesores de una “Crítica integrada de las Artes”, pergeñada en Ut poesis pictura. Poética del arte visual (1988) y experimentada en Ekfrasis: Mediaciones (2002) y Empatía (2003). En esta serie de libros sientan las bases de una Poética General de las Artes. Una Teoría del Arte, donde el argumento de universalidad de la experiencia estética contribuye al análisis de las artes plásticas según los patrones del análisis de textos literarios.