Cuatro profesores universitarios, que reúnen, además, entre todos, una larga experiencia profesional en el mundo del periodismo, se propusieron, asumiendo claramente sus responsabilidades universitarias, estudiar los múltiples aspectos del mensaje informativo en la prensa española de ámbito nacional. Comprendieron que la función del universitario no puede restringirse al ámbito de la docencia, ni siquiera al de una investigación que desperdicie en sí misma su propio sentido. Por el contrario, debe entenderse como una acción de servicio que, frente a una tendencia cómoda a responder a las demandas sociales, sea capaz de construir una oferta que no se pregunte únicamente por las demandas, sino por las necesidades. Así, cuando la relación entre Universidad y Ciencias de la Comunicación puede verse teñida por la grave tentación de hacer de estos estudios una vía de financiación de supuestas actividades intelectualmente más elevadas, hay que recordar que, considerando su influencia social, en pocos campos tiene hoy la labor crítica, que al mundo universitario debe caracterizar, mayor responsabilidad que en la de la comunicación.
Me atrevo a suponer que convencidos de este hecho, los profesores Davara, Martínez-Fresneda, López Raso y Sánchez Rodríguez pusieron en marcha una línea de investigación para estudiar los contenidos informativos de los medios de comunicación social a través del análisis de sus distintas formas de expresión y su influencia en la sociedad. Centraron sus análisis en el contenido de las primeras páginas de la prensa diaria, por creer que ésta es uno de los medios más influyentes y, al mismo tiempo, que la primera página, responsabilidad última del director, refleja perfectamente la línea editorial de la publicación. Estudian los mensajes de carácter textual, las principales características del diseño y la presencia de la imagen fotográfica para demostrar que las primeras páginas de los diarios están elaboradas con un claro sentido ideológico. El estudio también puso de manifiesto otras cuestiones: la búsqueda, motivada por la importante competencia empresarial, de los periódicos por resultar atractivos también en su forma; los diferentes criterios y estrategias que se utilizan para acometer la selección, valoración y tratamiento de las informaciones o la relación entre la forma y el fondo, entendiéndola como parte fundamental del proceso de la comunicación colectiva y, por lo tanto, de la difusión de los diarios.
La época estudiada abarca desde el 28 de febrero hasta el 12 de junio de 2004. Es decir desde el día que comenzó la Campaña Electoral de las Elecciones Generales, hasta el día en que se conocieron los resultados de las elecciones Europeas; un periodo de indiscutible importancia política. Ciento ocho días que se presumían políticamente intensos y lo fueron, todavía más, a raíz de los atentados del 11 de marzo y el vuelco electoral que provocaron.
Los primeros capítulos presentan las hipótesis desde las que se ha trabajado. Una reflexión sobre los medios (capítulo 1º) nos aproxima a la teoría de la comunicación y al deber ser, considerando que el propósito fundamental del periodismo consiste en proporcionar al ciudadano la información que necesita para ser libre y capaz de gobernarse a sí mismo y que, para conseguirlo, el periodismo debe ser veraz, independiente, comprometido y crítico. El capítulo 2º, Notoriedad de la prensa, insiste, obviamente, en la importancia de ésta, en su reciente evolución y en las características de la española, señalando como, en comparación con Europa, el alto número de diarios existentes se ve acompañado de una escasa difusión. Justifica también el hecho de haber seleccionado los diarios El País, El Mundo, ABC y La Razón, y estudia del valor de la primera página.
Después se desarrolla el cuerpo de la investigación. En primer lugar, un análisis estructural morfológico, es decir, la descripción y explicación de los diferentes elementos formales y estructurales que pueden encontrarse en la primera página de los diarios: el diseño y la fotografía. El capítulo 3º se dedica al diseño: al emplazamiento o colocación de las noticias en la portada, a la importancia real de los titulares dentro de una información, a su importancia relativa, comparándolos unos con otros, y a la cantidad de recursos utilizados en su presentación virtual. El capítulo 4º estudia el valor de las fotografías, por medio de un Análisis iconológico aplicado, que trata de trascender el mero análisis iconográfico, que sólo evaluaría el significado aparente o literal de la metáfora presente en la imagen, para tratar de relacionarla con el contexto profundo de su momento. Además estos capítulos insisten en cómo el avance tecnológico ha obligado a “mejorar” las portadas, haciéndolas más atractivas y primando en ellas lo visual, caracterizan los tipos de diseño, distinguen la utilización de éstos por los distintos diarios y desarrollan un análisis y crítica del fotoperiodismo actual. El capítulo 5º da paso al análisis de contenido, a la redacción en las primeras páginas, donde se profundiza en el tratamiento y en la significación de los diferentes mensajes informativos publicados y se hace todavía más patente como el tinte ideológico está por encima del rigor informativo.
Por último, en el capítulo 6º, se aplican los resultados de todo el estudio al análisis comparativo de las portadas de los cuatro diarios estudiados en 15 días de especial relevancia informativa, como fueron, por ejemplo, el 12 y el 15 de marzo (atentado islamista en Madrid y victoria electoral socialista), el 19 de abril (retirada de las tropas españolas de Iraq), el 23 de mayo (boda real) o el 14 de junio (elecciones al parlamento europeo).
Vista la estructura del libro queda claro que, junto a su dimensión académica, dirigida al conjunto de los estudiosos de la comunicación y, muchas veces en mayor grado, a los estudiantes de Ciencias de la Comunicación, existe otra dimensión de carácter divulgativo, dirigida a un público mucho más amplio, interesado por la presente realidad española, por las características de nuestra política y el papel desempeñado por las empresas informativas. Destinatarios muy diversos a los que se ofrece un análisis crítico, serio, contenido, pero demoledor, y una clara intención formativa: docente, sin duda, hacia el alumnado, pero no menor hacia todos los lectores de la prensa que, como la misma obra señala, se reafirman cada mañana, pasivamente, en sus convicciones ideológicas al comprar “su diario”. Queda, como conclusión, una gran cuestión abierta, quizás demasiado abierta —a los autores se les podría pedir una manifestación más clara de sus opiniones—: al enfrentarnos a la prensa diaria, ¿presenciamos el respetable reflejo de la diversidad ideológica de una sociedad plural o, más bien, el bochornoso espectáculo de la manipulación periodística que, yendo mucho más allá de lo que la ideología justifica, refleja una fractura social gravísima? Sería interesante llevar a cabo un análisis comparativo entre nuestras portadas y las de otros países occidentales para calibrar el grado de fractura política que experimentamos. ¿Se discute en otras naciones, con todo tipo de armas, lícitas e ilícitas, los fundamentos de la política exterior, el significado del terrorismo, la estructura administrativa territorial o las líneas básicas del modelo educativo?