1. Introducción y estado de la cuestión
Tras décadas de contemplar unas emisiones de una calidad técnica que hoy sabemos que era al menos mediocre (pero que, al ser la única, era la mejor posible), el “apagón analógico” dio paso a la llamada Alta Definición (HD) y al resurgir de un fenómeno que cada cierto tiempo reaparece para no quedarse nunca: el 3D.
En estos momentos el espectador puede disfrutar de televisores de gran tamaño, con una calidad de imagen notable (resuelto el laberinto de formatos digitales a favor del 1080p) si la comparamos con los receptores de la vieja televisión analógica de vídeo entrelazado, PAL, SECAM o NTSC.
Pero el futuro inmediato está lleno de golosinas visuales, que corren el peligro de em-pachar a un público cada vez más interesado en huir de la programación convencional y lanzarse a la elección de contenidos a la carta, decidido a auto programar su consumo.
Los grandes eventos deportivos y espectaculares ya se están grabando en el formato 4K, lo cual nos hace prever, con muy poco margen de error, que en no demasiado tiempo, televisores de tamaño y calidad que ahora parecen ciencia ficción, presidirán los cuartos de estar del ciudadano medio, a los que llegará una publicidad ajustada exactamente a las necesidades y gustos de cada espectador en cada momento, merced a las técnicas que ya se están usando en Internet.